PostHeaderIcon CASO 1

La señora N vino a verme a partir de la derivación de un médico neurólogo que conocía mi trabajo de técnicas manuales. N había perdido en forma abrupta prácticamente la totalidad de su voz, se expresaba con un ligero susurro que si uno se acercaba y prestaba atención podía entender bastante sus palabras, aunque muchas veces la situación llegaba a tal punto que a pesar de pronunciar sonidos no se entendía lo que decía y se comunicaba por escrito. N a partir de la aparición de este cuadro había recorrido prestigiosos otorrinolaringólogos que habían descartado que su especialidad le podía dar solución ya que no habían encontrado ninguna alteración en el aparato de la fonación, por lo que tuvo derivación a neurología donde luego de varios estudios no se pudo concluir con exactitud que tuviese daño neurológico.

Si era evidente una gran rigidez en los músculos del cuello particularmente en los ECOM, su cuello era muy alargado y su actitud era muy correcta y llamativamente pulcra siendo una persona muy cultivada y con una buena apertura a entender que lo físico y lo psicológico interactuaban. En la exploración ya sobre la camilla no solo experimenté con mis manos la fuerte hipertrofia de ambos ECOM, sino también la fuerte adherencia de éstos a los planos más profundos y que toda la musculatura conjunta anterior comprimía la laringe, lo cual me hacía ver que la fonación se hacía muy difícil por el bloqueo de ésta, aquello que parecía un susurro no era más que la expresión de la falta de salida de aire al intentar hablar.

Primero pensé mecánicamente en lo que estaba ocurriendo y pude observar que como era lógico los músculos angulares del omóplato también se hallaban rígidos y dada su tracción mecánica competían en forma antagónica con los ECOM, lo que daba al cuello el aspecto de un collarín. Otros músculos también se encontraban rígidos y colaboraban con este cuadro pero no quiero entrar en su detalle mecánico para no redundar ya que está claro que el problema siempre se asocia a un bloqueo de la garganta. Como síntomas asociados observaba algunas ligeras y ocasionales migrañas que eran compatibles con la rigidez cervical, entendiendo que si aflojaba esa rigidez muscular producía el despegue de los músculos entre sí y desarticulaba el bloqueo mecánico entre músculos antagónicos pensé que iba a liberar la zona y mejorar la fonación, se lo expliqué a N y lo entendió perfectamente y así avanzamos en el tratamiento.

En las dos primeras sesiones avancé bastante en el objetivo y sus palabras comenzaron a tomar un sonido más intenso lo cual nos puso contentos a ambos por lo cual mientras la atendía podíamos dialogar aún haciendo yo un gran esfuerzo por escucharla, N me comentó que me había escuchado en algunos medios de comunicación y sabía que mi trabajo se relacionaba mucho con los estados emocionales, ahí me di cuenta que siendo N una persona muy intelectual y reservada ese comentario no buscaba congraciarse conmigo sino que me estaba dando pie para que le pregunte sobre su problema y si se relacionaba de alguna manera a algo emocional por lo que le pregunté si quería contarme algo, a eso sonrió y no me dijo nada.

En la siguiente sesión sabiendo que se había abierto la puerta de comunicación entre ambos me planteé ser más directo en cuanto a expresarle que bloqueos musculares de este tipo en la zona de la garganta generalmente significaban para mí un llanto contenido, lo que popularmente se conoce como " nudo en la garganta", y se lo expresé tal como lo escribo, cuando N escuchó esto puso cara pensativa y me dijo que le parecía bastante lógico pero también le dije que desde mi experiencia profesional esos "nudos en la garganta", ahogaban emociones que no podían salir pero que en el caso de ella no era muy difícil deducir que independientemente de que esté guardando el llanto de algún sentimiento parecía ser que los músculos ECOM tan fuertes y desarrollados y adheridos a los planos profundos y bloqueando la laringe estaban evitando que ella no pudiese hablar por lo tanto había algo importante que a alguien o a algunos no quería contarles, aunque su cara no dejó de ser seria hizo cierta sonrisa cómplice, yo seguí trabajando y noté que comenzó a relajarse lo cual me facilitaba el trabajo, noté que estaba avanzando rápidamente en el estiramiento y desbloqueo de la zona con las maniobras que son habituales en mi trabajo.

Cuando realizo las maniobras en cualquier paciente y necesito hacer maniobras delicadas de mucha precisión a modo de favorecer el tacto de los pulpejos de los dedos miro hacia otro lado o cierro los ojos e imagino la anatomía de lo que estoy tocando, era esto lo que precisamente estaba haciendo cuando N propinó un fuerte grito que me sobresaltó ya que estaba concentrado en una manipulación muy precisa justa sobre la laringe y despegando el ECOM izquierdo al tiempo que llegué a sentir como éste se soltaba de sus adherencias a los planos profundos, con gran sorpresa los dos nos quedamos mirándonos, esto es lo que yo esperaba y lo que ella quería, saqué las manos de su cuello y le pedí que hablase pero sólo conseguía que su voz tenga un poco más de fuerza pero ni remotamente se asemejaba al grito, le dije entonces: N, se dará cuenta entonces que si usted puede gritar no existe algún daño que le impida hablar, me dijo obvio , se hizo un silencio entre los dos y le dije que pensaba que tenía algo para contar donde se mezclaba el enojo y el odio. N comenzó a lagrimear, después a llorar de forma intensa por razones de seguridad le pedí que se siente y que llore todo lo que quiera, cogí afectuosamente su mano y le dije que no estaba sola. Su llanto era tal que tuve que acercarle una caja de pañuelos porque su nariz estaba llena de mucosidad y se estaba manchando la cara, le dije que si su miedo era a no poder parar de llorar que no lo tenga porque eso no existía, tarde o temprano iba a detenerse y se iba a sentir mejor, cosa que ocurrió minutos más tarde. Preferimos dar por terminada la sesión y seguir en la próxima, se despidió de mi con una notable mejoría en la fuerza de su voz, pensé como me ocurrió en otros casos que solo había dos posibilidades, o no venía ella nunca más a verme porque sentía que había llegado muy lejos y tendría miedo de si misma o que nos estábamos acercándonos al momento en que me iba a contar lo que le pasaba, de igual forma pensé que se me estaba facilitando la parte emocional pero que como kinesiólogo no debía perder el objetivo de la alineación y balanceo de los músculos que habían producido el cuadro a través de las tensiones musculares crónicas que contenían los sentimientos de N y que sabía por observación que la acción de los ECOM bloqueaban la palabra y el llanto.

Afortunadamente N volvió en la siguiente sesión en el horario pactado y muy puntual, siempre con su cara seria y su expresión amable, daba la sensación de estar recompuesta y dar por sentado lo que había ocurrido en forma madura y avanzar en el tratamiento por lo que se recostó en la camilla mientras le preguntaba cómo estaba a lo que me contestó mejor y noté que su voz no era tan fuerte como se había ido pero realmente había una notable mejoría. Le pregunté ya que había pasado tres días si ella había notado que su voz ya era más importante me dijo que por supuesto y que le estaba permitiendo comunicarse mejor con su entorno, le dije entonces casi bromeando, entonces a lo mejor hoy tendrá ganas de contarme algo. Sabía que N trabajaba en una entidad religiosa pero nada más, a los pocos minutos de empezar a trabajar N comenzó a hablar sin cesar, me contó que había llevado una actividad religiosa profesional durante 40 años y que hacía muy poco la había abandonado, pero como no podía alejarse de ésta porque aún le parecía vocacional trabajaba en una entidad civil en actividades caritativas, le pedí permiso y le dije que si quería no me respondiera y entonces le pregunté si había una relación entre el abandono de los hábitos y la pérdida de fuerza en su voz, me contestó con bastante nerviosismo que esto había ocurrido en forma simultánea, cuando le quise aclarar que esto no podía ser una casualidad interrumpió mis palabras diciéndome que sí , ya lo sabía y que le costaba y le dolí pensar en eso, inmediatamente siguió hablando con la voz bastante firme y en forma casi verborrágica contándome que había abandonado la actividad religiosa porque sentía que estaba traicionando las instituciones que representaba, se hizo un silencio como para que le pregunte cuál era la traición, preferí callarme, el silencio se prolongó y N rompió nuevamente en llanto. Comenzó a contarme que desde muy jovencita había mantenido relaciones homosexuales con una amiga de la cual estaba enamorada, esta relación se mantuvo por más de 40 años y recientemente luego de un profundo deterioro de la relación, ella se enamoró de un joven y mantenía una relación heterosexual, sentía que lo que había hecho no había estado bien y de eso se trataba la traición de la que me había hablado inicialmente.

Lo que relato en este caso no lo cuento para impresionar ni intentar dar un golpe bajo, pero no cuesta mucho entender que lo planteado por N, no es fácil que la sociedad lo entienda y la intensidad de los hechos llevaron a N a un silencio obligado por la incomprensión del entorno. Creo que nadie puede juzgar a N, pero N se juzgaba a sí misma y su silencio se transformó en una verdadera prisión para su aparato de fonación a través de la tensión de los músculos de su garganta.

Si bien los hechos son absolutamente reales no he entrado en detalles de ambas relaciones de N porque verdaderamente son más complejas de lo que aún parecen y esto lo escribo para que se entienda el sufrimiento de esta persona independientemente de las creencias, criterios y leyes con la que los distintos sectores sociales puedan juzgar a una persona. De lo que no me cabe duda es que cuando uno inicia un proceso conciente como en este caso fue guardar silencio en cuanto a no contarle a nadie se inicia otro proceso inconciente que a través del sistema nervioso central genera tensiones musculares que van a tratar de actuar de forma específica en evitar que ocurra aquello que nos genera tanto miedo, como en el caso de N, fue guardar silencio.

En otros casos veremos que no siempre la actitud conciente e inconsciente están tan de acuerdo como en este caso y a veces las tensiones musculares son las que terminan contando el problema, pero esto quedará mas claro cuando contemos un ejemplo con otro caso, particularmente aquellos relacionados con los dolores de la espalda baja y la voluntad.

Seguramente usted se preguntará cómo se resolvió la situación de N, ella recuperó un alto porcentaje de su voz, lo cual le hizo una vida casi normal en cuanto a comunicarse y en eso consistía mi trabajo de kinesiólogo, le sugerí a N un tratamiento de psicoterapia para poder resolver el desencuentro de sus sentimientos, dijo que lo pensaría , no se si lo realizó ni supe más de ella.

 

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