PostHeaderIcon Capítulo 8 ESCOLIOSIS

 

 

 

 

 

 

 

En la medicina no existe un registro claro del momento en que se presentaron los primeros casos de escoliosis. Seguramente, desde que el hombre se transformó en un animal bípedo, aparecieron los primeros casos, ya que la escoliosis es la desviación lateral de la columna vertebral y eso sólo ocurre cuando ésta se encuentra perpendicular al suelo. En los animales cuadrúpedos esta patología no existe.

La escoliosis puede ser desde leve (podriamos decir que casi todos tenemos algún grado de desviación), hasta con desviaciones laterales muy marcadas a las que además se suma la rotación de las vértebras. Cuando la rotación es dorsal están implicadas las costillas correspondientes, que en conjunto forman la popularmente conocida “joroba” o en lenguaje técnico “giba”. El célebre personaje Cuasimodo de la popular novela de Víctor Hugo “El jorobado de Notre Dame”, tiene ni más ni menos que una intensísima escoliosis. Pero a no asustarse que no todas las escoliosis son motivo de joroba. A mediados de la década del 70, los más importantes tenistas de nivel mundial padecían escoliosis como producto de uso excesivo de un solo brazo. Las actuales escuelas de tenis contemplan esta problemática y trabajan el otro brazo con ejercicios de resistencia. Es obvio que entre Cuasimodo y los grandes tenistas de los años 70 existe un abismo, pero estas menciones nos sirven para darnos una idea de los diferentes estadíos de una misma afección.

¿Se puede considerar a una escoliosis una patología invalidante?, ¿se justifica realizar cirugías que modifiquen las curvas con barras que inmovilizan de por vida 4 o 5 vértebras?

El argumento para realizar semejantes cirugías suele ser las supuestas complicaciones cardiorrespiratorias. ¿En algún congreso médico se presentaron casos concretos que justifiquen la intervención quirúrgica más allá de la proyección teórica?. Lamentablemente no existen estadísticas de los accidentes quirúrgicos ni de las reoperaciones por rechazo, ya que siempre estos casos se ocultan detrás de la mala suerte del paciente y no de la aventura de quien realiza la cirugía.

La otra alternativa es el uso del corsé, elemento que para tener efectividad debe ser usado 23 horas por día, por varios años. La angustia de los padres ante tal decisión es algo que no desearía a nadie, son víctimas de una situación culposa obligados a decidir entre la espada y la pared: corsé o cirugía.

Lo cierto es que el 2% de la población adulta camina  por las calles con su escoliosis a cuestas. Esto no significa que la escoliosis no produce problemas, pero deben encuadrarse en el plano del dolor y la deformidad estética.

El Dr. René Calliett de la Universidad del Sur de California, célebre por su experiencia en el tema por varias décadas, escribe en su obra “Escoliosis” (1975): “Los efectos de la escoliosis en el niño y su persistencia durante la edad adulta son primordialmente estéticos”.

Casi 20 más tarde siendo profesor emérito de la Escuela de Rehabilitación del Sur de California, precisamente en 1993, en su obra “Mecanismos del Dolor”, escribe: “Es el momento en que ortopedistas y neurocirujanos admitan con franqueza que salvo unas pocas y raras excepciones, dichas intervenciones son poco juiciosas cuando llega el momento de tratar pacientes con síndromes dolorosos crónicos”.

Los resultados del uso del corsé no suelen ser alentadores. Cuando el corsé se quita se observa que el aumento de la curva es mínimo, pero la deformidad persiste y la atrofia muscular es notable. No es necesario que un adolescente crezca y desarrolle su personalidad dentro de un corsé, que a pesar del esfuerzo de sus diseñadores nunca le quitarán el mal aspecto. Claro que de no existir alternativas, el corsé es preferible a la cirugía, a la que sólo se debería recurrir si se considera que de no hacerlo, los dolores que provocaría la escoliosis en el futuro fuesen de importancia.

Afortunadamente existen alternativas terapéuticas flexibles que pueden evitar un 100% las cirugías y en un alto porcentaje el uso de corsé. Si tomamos la desviación idiopática (término que se utiliza en medicina cuando se desconoce el origen de la patología), como una forma de adaptación que sin duda busca mantener la columna vertebral en forma vertical, surge que la mayoría de las escoliosis se compensan en forma natural con excepción de aquellas donde el origen es conocido, por ejemplo vértebras deformadas por problemas genéticos o infecciosos, etc.

De la mayoría se desconoce su origen pero podemos interpretar una lógica; es que las cadenas miofasciales buscan compensar el déficit postural. Sin duda las compensaciones suelen  ser desmedidas, y la exageración y reducción de éstas son motivo de tratamiento. Las vértebras se hallan en unión con huesos estratégicos que son en la parte alta las escápulas, en la media las 12 costillas y en la parte baja la cresta de la pelvis. Los músculos que los unen producen tensiones musculares excesivas que con el correr del tiempo dejan huellas, sobre todo en su elasticidad mecánica, produciendo verdaderos acortamientos que son imposibles de revertir a voluntad. La elongación específica en los músculos se efectúan en forma manual, y consiste en fijar los puntos de inserción, con los dedos del terapeuta se busca elastizar la proteína muscular que se halla acortada. A su vez, es necesario intentar disolver el tejido fibroso que se halla entre las cadenas musculares. Por otro lado, los músculos se “pegan unos sobre otros”; los dedos del terapeuta deben ser lo suficientemente hábiles para llegar a los espacios reducidos y despegar las cadenas musculares.

Todos los músculos están recubiertos por un tejido conjuntivo de diferente densidad según su ubicación, esta capa conjuntiva lleva el nombre de aponeurosis y penetra en el interior del músculo formando los subgrupos del mismo músculo. Por su otro extremo, la aponeurosis se une a los tendones y esta continuidad forma una gran cadena de tejido conjuntivo. En realidad es aún más amplia porque existen grandes envoltorios conjuntivos que envuelven las regiones como por ejemplo muslo, hombro, etc. Estas grandes cadenas se llaman fascias, pero para ser justos deberíamos llamarlas cadenas miofasciales, pues es casi imposible separar la actividad de los músculos de las fascias. Las tensiones y acortamientos en las cadenas miofasciales gobiernan la postura corporal. Toda compensación adaptativa lleva consigo un reajuste de todo el cuerpo. Cuando se libera la unión de dos o más cadenas miofasciales se produce un auténtico reajuste postural. Las cadenas funcionan unas sobre otras y debiera haber un correcto deslizamiento; pero por distintas causas basadas en la falta de movimiento, ocurre lo que llamamos proceso fibroso, algo así como el “óxido” de los músculos. Primero se apoyan entre las fascias de los músculos y por acumulación de impurezas de los desechos metabólicos se forman adherencias fibrosas. Éstas crean una suerte de unión con la consecuente pérdida de movimiento y retracción de la cadena o cadenas correspondientes.

En el caso particular de las escoliosis ocurren adherencias características, po ejemplo, la de los músculos paravertebrales en casi toda su longitud con gran asiento en la zona de las curvas patológicas. Precisamente es en la curva lumbar donde se ubica el ángulo formado por la primera vértebra lumbar y la 12ª costilla, allí se forma por adherencias una complicada intersección de músculos de la región lumbar, los paravertebrales y el diafragma. Cuando se trabaja en la liberación de esta zona se obtiene en un importante resultado  en la corrección de la asimetría de la escoliosis en la zona lumbar. Otro punto característico de las adherencias y acortamientos se presenta en los músculos que unen la escápula con toda la columna y las costillas. Cuando se trabaja sobre las adherencias que limitan las cadenas escapulares,  se obtiene la flexibilización de la zona dorsal de la columna y una marcada igualdad a la altura de los hombros (actuando sobre la giba posterior). Los ejercicios de tipo postural son los indicados para mantener los logros obtenidos en los trabajos de limpieza de adherencias y reestructuración de las cadenas miofasciales.

Los siguientes puntos pueden servir de referencia a los padres para detectar precozmente principios de escoliosis:

 

1-                          Si bien se detectan casos severos de escoliosis que comienzan entre los 7 u 8 años, el pico más común para el comienzo es entre los 11 y 12 años.

2-                          Por cada varón que padece escoliosis, nueve niñas la tienen. Para algunos autores la diferencia es de siete a uno y hasta cinco a uno. Cualquiera sea la tabla tomada, la desventaja femenina es abrumadora. Si bien la ciencia aún no explica este dato, está fuera de discusión que ocurre y por lo tanto las niñas deberán ser especialmente observadas.

3-                          La altura de un hombro y otro difiere más de 1cm, es motivo de consulta.

4-                          También deber realizarse una consulta por dolores de cabeza y espalda en época escolar.

5-                          Para observar la oblicuidad de la pelvis, sirve como referencia la posición de los cinturones elásticos de las faldas o ropa interior.

6-                          Es importante observar los tacones del calzado; por efecto de la escoliosis se desgastan de manera desigual.

7-                          Cuando un adolescente comienza la práctica de un deporte unilateral (tenis, paddle, etc.) es necesario observar la compensación en sus entrenamientos.

8-                          Tomar radiografías de columna ante cualquier duda.

 

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