PostHeaderIcon Capítulo 11 CRIOTERAPIA

 Si bien el calor ha sido protagonista durante décadas de casi todos los tratamientos fisioterapéuticos, ya sea en forma de infrarrojo, onda corta, horno de Bier, etc., los resultados son motivos de dudas en muchos casos.

La aplicación terapéutica del frío no es antagónica con la del calor aunque en nuestra experiencia personal no lo hemos combinado y desconocemos sus resultados.

En cuanto al uso del frío podemos relatar una experiencia de muchísimos años en las más diversas patologías articulares. En principio el uso del frío se basa en que los nervios conducen sus impulsos a una temperatura similar a los 36º C que es la del cuerpo humano, cuando ésta disminuye notablemente, el flujo eléctrico se ve interrumpido por lo que se produce primero analgesia y luego anestesia. En el primer caso el dolor disminuye por disminución de la conducción del estímulo doloroso; si el frío persiste y desciende aún más la temperatura, se produce anestesia, supresión total de la sensación por interrupción total del flujo de conducción. La pérdida de sensibilidad por el frío es algo que todos experimentamos durante los días más duros de invierno, por ejemplo citaremos los casos de “pie de trinchera” o “pie de andinista” que casi siempre culminan en amputación del miembro por congelamiento. La pérdida inicial de la sensibilidad en una situación de este tipo, es el precio que trae aparejado el congelamiento ya que anula los mecanismos preventivos del dolor. Este ejemplo está muy lejos de ser terapéutico pero es una situación exagerada que grafica cómo el frío puede anular el dolor.

Cuando se pretende aplicar técnicas manuales sobre zonas irritadas con dolor, se hace necesario llegar con los dedos del terapeuta. Para por ejemplo, disolver un nódulo fibroso que produce dolor, se utiliza hielo en forma directa por espacios intermitentes de 2 a 5 minutos hasta producir la analgesia y por último la anestesia necesaria para trabajar sin producir dolor. El otro efecto simultáneo es la eliminación del calor producido por la inflamación. Al eliminar este elemento, la inflamación disminuye ya que el calor es vasodilatador, lo cual aumenta el edema local. Por lo tanto la vaso constricción que produce el frío es antinflamatoria.

Por otro lado, el frío diminuye el metabolismo local determinando sustancias producidas por el dolor. El frío sostenido tiene otra actividad benéfica sobre los músculos contraídos ya que disminuye su espasmo. La combinación de técnicas manuales y masajes sistemáticos con hielo son altamente efectivos en lumbalgias por sacroileítis y en espasmos cervicales causados por migrañas y cefaleas. Cuando sólo se pretende disminuir el dolor sin otra intervención manual, se aplica frío e forma directa por espacios de 15 a 20 minutos.