PostHeaderIcon Capítulo 10 TÉCNICAS DE ELONGACIÓN MANUAL SELECTIVA Y POSTURAL

 

A través de más de 20 años de experiencia se puede describir una técnica de trabajo en kinesiología que se realiza exclusivamente con las manos del terapeuta. Son muchos los pacientes que llegan a la consulta con la expectativa de recibir un tratamiento kinesiológico tradicional, entendiendo como tal la vieja fórmula de onda corta, ultrasonido y unos pocos minutos de masajes clásicos.

Las fisioterapias mencionadas se usan ya hace varias décadas aplicadas de manera despersonalizada; sólo consiguen cierto alivio luego de diez o más sesiones, las que se realizan en un período aproximado de 3 semanas. En este lapso muchos de los dolores agudos disminuyen solos sin ningún tipo de terapia, de modo que estas antiguas técnicas dejan grandes dudas sobre sus resultados.

La aplicación fisioterapéutica de onda corta, ultrasonido y hasta el actual láser, actúan como analgésicos que disminuyen el dolor, pero no atacan las causas. Si pensamos que en el cuerpo el 40% de su peso pertenece a 608 músculos organizados en cadenas de movimientos, y que éstos se hallan alterados por acortamientos o se interrumpen entre sí por formaciones de adherencias que llevan a desajustes posturales crónicos y progresivos, se entiende que la intervención directa de las manos terapéuticas obtengan resultados rápidos y concretos en el restablecimiento del orden natural de la mecánica corporal.

Los músculos se expresan mediante el tono, al cual se define como estado de semicontracción permanente que prepara al músculo para el movimiento. Esta explicación clásica de los libros de anatomía y fisiología, pertenece al fisiólogo inglés Sherrington (finales del Siglo XIX), y resultó genial para su época. Sin embargo, 100 años más tarde, resulta cierta pero incompleta. En la actualidad, después de los grandes avances de la comunidad científica, podemos decir que ese estado de semicontracción debido a la actividad eléctrica del sistema nervioso central (SNC), sólo actúa en determinadas circunstancias. A ellas me referiré con mayor detalle en las próximas líneas.

El estado de tensión normal que palpamos en un músculo y por ende en todo el cuerpo, se debe a la tensión propia de las proteínas musculares y al de sus inseparables envoltorios, las fascias. La acción de la gravedad es siempre el estímulo principal que provoca modificaciones en el tono de los músculos (ya sea a nivel mecánico o neurológico). Si bien el hombre comparte este estímulo con todos los animales, en su caso particular, la evolución filogenético está marcada por su modificación postural (salió de agua, luego fue reptil, más tarde cuadrúpedo semirrecto, hasta ser erecto como lo es hoy, y seguramente deberá aún evolucionar).

La acción de la gravedad atrae el cuerpo hacia la tierra, por lo tanto este debe reequilibrar el desequilibrio constante que esta situación genera; por lo tanto tomamos la acción de la gravedad como un estímulo y no como un impedimento.

El equilibrio fijo pertenece a las estructuras rígidas como la de los edificios, y aún así tales masas guardan cierta flexibilidad (las oscilaciones en los edificios torres o estadios), que logran leves desplazamientos para evitar fisuras en sus estructuras. Si cada hueso guarda su eje paralelo a la gravedad y se corresponde con el eje de su segmento, y los segmentos son congruentes entre sí, sólo la tensión de los ligamentos y grandes fascias son suficientes para que una persona se mantenga recta sin la participación de los músculos posturales. Cuando este equilibrio se pierde, comienzan las contracciones musculares originadas por impulsos eléctricos provenientes del Sistema Nervioso Central, en respuesta a la sensación de desequilibrio.. Esta última información la brindan los ligamentos y las fascias a través de impulsos sensitivos. Es aquí donde se produce el verdadero tono neurológico, que no está formado sólo por impulsos de corrección postural sino también por estímulos provenientes de distintos sectores del cerebro que imprimen a estos sentimientos (lóbulo límbico), estado de vigilia-sueño (sustancia reticular) y estímulos excesivos provenientes del tálamo (luz, sonido, etc) y conjuntamente proporcionan la tensión o tono neurológico.

La técnica de elongación manual, actúa primero reduciendo la hipertonía neurológica a través de suaves movimientos en los segmentos corporales (en especial en la cabeza), a fin de “sintonizar”la estimulación. Una vez conseguida la disminución de la hipertonía, los dedos del terapeuta penetran dentro de los músculos y entre ellos, con el fin de liberar adherencias. Luego continúa maniobrando el estiramiento selectivo de los músculos profundos que son los responsables de la postura estática global. Quizás uno de los interrogantes más comunes para todos aquellos que se interesan por el cuerpo, es saber qué es una buena postura. Claro que antes es necesario saber qué es la postura, más allá de ser buena o mala.

La definición más tradicional de postura dice: es la relación del cuerpo con su medio externo, y la relación de las partes del cuerpo entre sí. Es tan clara como global, por eso deja abiertos muchos interrogantes. Es solamente un punto de vista matemático basado en cómo actúan las leyes de la física sobre nuestro cuerpo.

Pero, ¿puede la postura corporal expresar el estado psicofísico de una persona?

Entre la definición y la pregunta se encuentran los las verdaderas cuestiones que se involucran al hablar de postura.

De acuerdo a las leyes físicas que gobiernan al cuerpo, el estado fisiológico y los estados de ánimo producen la postura en una persona en un momento dado, y cambiará tantas veces como esas variables se modifiquen. Las variables  sujetas a tantos cambios en función de una larga sucesión de años, caracterizan al ser humano desde su aparición en la vida de este planeta. Su recorrido desde la posición de reptil hasta la erecta, lo ha erigido como el ser más evolucionado del reino animal. Por lo tanto podemos redefinir a la postura como el estado dinámico del cuerpo y de cada una de sus partes (sometidas a las leyes físicas del lugar en que se encuentre), de acuerdo  al estado de ánimo y a su funcionamiento orgánico.

Con esta definición podemos desglosar la postura actual y encontrar cierto patrón común en lo hombres contemporáneo. Y se ah hablado del característico reflejo que tenemos al tensar los músculos de la espalda, al inclinar la cabeza hacia atrás y al apretar nuestra mandíbula ante situaciones que nos tensan, cuya expresión más común sería el estrés. Este reflejo es el resabio de la actitud de ataque de nuestros antepasados más lejanos en los momentos de caza, que tenía como objetivo dar buena apoyatura a la mandíbula para aplicar una mortal mordida. Actualmente dicho reflejo se destaca a diario en cualquier actividad que nos provoca agresividad.

Para terminar con la parte posterior, observamos otro resabio convertido en lo que fue también una actitud frente al peligro, llevar los hombros hacia arriba. La escápula funciona como escudo de protección ante una agresión, y por eso torcemos nuestros hombros ante situaciones de temor o de peligro inminente. Cuando un perro se ve amenazado huye con su pelvis flexionada y el rabo entre sus patas protegiendo sus genitales y ano; los hombres también tuvimos cola o rabo y es lo que hoy conocemos como hueso coxis o popularmente “hueso dulce”. Es común que ante el peligro o una situación de estrés tendamos a tensar los poderosos glúteos y las rodillas.

La suma de estos estados estereotipados de tensión muscular son observables en cualquier calle de una gran ciudad. Todos los días podemos ver personas tensas que en realidad están asustadas y preparadas para agredir. Esta tendencia a la rigidez hace que la postura funcione como si los hombros fueran una percha de la que vivimos colgados. Sentimos muy poco nuestros verdaderos apoyos que son los pies y las piernas, que al estar sumamente rígidas provocan inestabilidad al cuerpo. Nos apoyamos sólo en los talones, y muy poco o nada, en la parte delantera de nuestros pies que es donde realmente debería caer el peso corporal.

Se han realizado muchos estudios para saber cuáles son los puntos de referencia para una postura óptima. Sí es sabido que cuanto menor sea el gasto de energía que experimentan los músculos, mejor será la postura. Por lo tanto si tirásemos por el cuerpo una plomada imaginaria, debería pasar por el lóbulo de la oreja (mastoides), el vértice del hombro (acromion), en la cadera centro o detrás, por delante o centro en las rodillas, para pasar luego cómodamente por delante del tobillo y caer en la parte media del pie.

Es difícil que tanto en hombres como en mujeres se cumpla este paradigma de la buena postura. Entre los defectos más comunes, encontramos como dijimos en líneas anteriores el problema de los hombros.

El psiquiatra Alexander Lowen dice:”vivimos colgados de una percha que nos eleva en la fantasía y nos quita los pies del piso, que son nuestro contacto con la realidad”. Los hechos indican que esta deducción psiquiátrica, encuentra un correlato anatómico funcional que lo justifica ampliamente: los hombros elevados y tensos, parecen ser el apoyo de un cuello rígido que da sostén a la cabeza. Sólo el ver caminar a la gente por la calle con gran tensión en sus pelvis y piernas, nos da la sensación de que cuelgan de una estructura rígida superior.

A nivel dorsal, el cuerpo se quiebra hacia delante atraído por la acción de la gravedad (y por qué no, empujado por las responsabilidades cotidianas de la espalda), y particularmente los hombros no sólo se elevan sino que también se adelantan.

En la técnica de elongación manual selectiva,se trabaja con todos los músculos del cuerpo, pero se hace hincapié en el restablecimiento de las tensiones musculares de la escápula (principal hueso del hombro), por su fundamental participación en la reestructuración postural. Por su parte, la gran fascia lumbar es trabajada de múltiples formas dado que cumple un rol relevante en el mantenimiento de la postura erecta (este tema se profundiza en el capítulo de dolor lumbar).