PostHeaderIcon Capítulo 4 DOLOR CRÓNICO DE ORIGEN MÚSCULO ARTICULAR EN EL HOMBRO Y LA CADERA

Capítulo 4

 

DOLOR CRÓNICO DE ORIGEN MÚSCULO ARTICULAR EN EL HOMBRO Y LA CADERA

 

 

 

            Aún realizando diversos tipos de tratamientos, algunos pacientes observan que su dolor no desaparece. Muchos autores consideran que si un dolor supera los tres meses debe ser considerado crónico. Otros ponen como límite seis meses, y algunos con otro criterio, señalan que el dolor debe superar el tiempo considerado estadísticamente común.  Lo ciertos es que muchas personas padecen el mismo dolor durante años y sólo alcanzan momentos de relativo alivio. A veces, lamentablemente, la inexactitud del diagnóstico cronifica el problema y se realizan tratamientos sin conocer el origen cierto de la patología. Esto sólo es admisible en patologías que la medicina clasifica transitoriamente (porque las investigaciones no se detienen) como idiomáticas. Podemos tomar como ejemplo, un 80% de las hipertensiones arteriales. Pero lo que hoy es idiomático, seguramente tendrá respuesta en el futuro.

            A la hora de indagar en el cuerpo del paciente para detectar si el origen de su dolor es músculo articular, existe una tendencia simplista a trabajar con fórmulas terapéuticas preconcebidas, recetando analgésicos y anti-inflamatorios ante la presencia de cualquier dolor. La actividad de estos productos suelen disminuir el dolor en forma parcial y por poco tiempo; por lo tanto a períodos de relativa mejoría, sobrevienen luego los dolores y muchas veces con mayor intensidad. Por otra parte, la ingesta prologada de estos fármacos puede acarrear trastornos digestivos.

            La mayoría de los dolores corporales se originan en las tensiones músculo fasciales, y es por eso que frente a dolores articulares se hace imprescindible una correcta evaluación de las cadenas musculares participantes. En el caso particular del hombro, los dolores crónicos son muy frecuentes para la particular adaptación de esta articulación en la cuadrupedia. Como todas las articulaciones del miembro superior, el hombro, originariamente se encontraba especializado en la carga del peso corporal y en la locomoción. Con la evolución que nos llevó a ser erectos, el miembro superior (que antes era anterior) sufrió cambios que le permitieron al hombre perfeccionar las partes de su cuerpo libres del trabajo de carga estática, para utilizarlas en la transformación de la naturaleza, en la construcción de armas, vivienda, etc. De esta forma los miembros superiores quedaron vinculados a la evolución inteligente y renovadora del medio.

             La escápula pasó a tomar ubicación en la parte posterior del cuerpo y el húmero rotó sobre si mismo para que las manos y antebrazos se ubicaran estratégicamente con las palmas hacia delante. La articulación del hombro quedó ubicada de tal forma que el miembro pueda alcanzar prácticamente cualquier lugar en el espacio. Los movimientos del húmero están absolutamente sincronizados, de modo tal que en cualquier movimiento del hombro, un tercio de este pertenece al desplazamiento de la escápula. Esta se encuentra muscularmente vinculada  a la columna cervical y dorsal, y también a las costillas; cualquier contractura de los músculos que la unen va a alterar la sincronía con el brazo. Cuando esto ocurre, los estratégicos músculos que rodena la articulación del hombro serán rozados por huesos, entonces cada movimiento se transformará en una irritación permanente. En consecuencia una cicatriz fibrosa en los tendones alterará más aún la mecánica articular. Esta compleja descripción se simplifica para el común de la gente con la popular explicación “al levantar el brazo siento una aguja que se clava”. Esta sensación es producto de los sucesivos roces que originan la cicatriz fibrosa que queda comprimida entre las piezas óseas. Estos bloqueos se observan en actividades cotidianas simples, por ejemplo, al peinarse la parte posterior de la cabeza, o en el caso particular de las mujeres, en la acción de abrochar el sujetador.

Existen otros dolores, por ejemplo los relacionados con los músculos del cuello y en particular con los ubicados en los laterales conocidos con el nombre de escalenos. Entre estos músculos pasan los nervios principales del plexo nervioso braquial. Cuando están tensos, sus espacios intermedios disminuyen de tamaño, por lo tanto comprimen al plexo dando una sintomatología en cualquier lugar del miembro superior. Cuando lo hace sobre el hombro, produce un característico dolor a modo de quemazón en la zona donde se ubicaría la charretera de un sargento; el dolor tiene forma de V precisamente porque la inserción del músculo deltoides tiene esa forma.

En el caso de los deportistas, los más expuestos son los que realizan actividades con elementos unilaterales. La popularización del tenis y del paddle en nuestro medio, ha llevado muchos casos a las consultas en los últimos años. En general puede observarse que primero la mayoría de las lesiones del hombro se producen por falta de preparación física; segundo, a la insuficiente preparación se suma la mala técnica de juego; tercero, existe una mala elección de raqueta o paleta; y cuarto, la fatiga es una común causante de lesiones. Podemos deducir entonces, que siempre está presente la negligencia, ya que cualquiera de los cuatro puntos pueden ser fácilmente evitados.

 

 

 

Dolor de hombro por caídas

 

Toda caída hacia el suelo lleva consigo una lógica reacción refleja, donde los brazos intentan proteger o amortiguar el impacto. Si bien el impacto se da a través de los codos o manos, la proyección cruza todo el miembro y culmina en el hombro, pudiendo producir esguinces o luxaciones. En muchos casos se produce un traumatismo poco detectable en el inicio, que luego de algunos días o quizá semanas provoca dolor intenso sobre el hombro; comúnmente no se lo relaciona con la caída y con el paso del tiempo el cuadro puede complicarse.

Una vez realizado el diagnóstico, seguramente el tratamiento incluirá analgésicos, pero es difícil que se pueda evitar un período de inmovilidad que genera un círculo vicioso por falta de irrigación, que agravará el cuadro al punto de generar gran dificultad para realizar desplazamiento normales.

 

 

 

Dolor de cadera

 

Los dolores en la cadera pueden hacerse sentir a cualquier edad pero su frecuencia es mayor en personas de alrededor de cincuenta años. El proceso de desgaste de la articulación de la cadera depende de muchas variables; las relacionadas con el factor genético, el tipo de actividad que desarrolla el paciente y sus características alimentarias son las que encabezan la lista. La cadera es una región cuya ubicación no está suficientemente clara a nivel popular. Muchas veces se habla de cadera en referencia a la pelvis o a la cintura. Concretamente la cadera es la articulación que une la cabeza del hueso fémur correspondiente al muslo, con el cótilo o cavidad que se forma en la pelvis para articularse. Esta articulación juega un papel fundamental en el  hombre de hoy, ya que sobre el enderezamiento de, ésta se produjo la bipedestación. Los músculos de ésta no sólo son voluminosos sino que también son de los más poderosos del cuerpo. Por detrás se halla el fuerte glúteo mayor y por delante el músculo psoas, el que por varios motivos es el regulador del equilibrio medio del cuerpo humano. Este músculo une el muslo a la pelvis, y a ésta a la columna lumbar; es así que su contracción plena flexiona al centro del cuerpo. El paso a la bipedestación también se consiguió en base al estiramiento de este músculo. A su vez el glúteo mayor que se encuentra en la parte posterior, debió desarrollarse para producir el estiramiento. Entonces la cadera queda rodeada de poderosos músculos que tienen que sostener el equilibrio vertical. Cuando éste se ve alterado, aquellos aumentan su tensión generando mayor presión en la coaptación de la cadera. Este incremento de la presión tiende a desgastar la articulación, más aún cuando el déficit postural no sólo es antero-posterior, sino también de izquierda a derecha o viceversa. Esta acción hace que se desgaste más una cadera que otra, es por eso que en la práctica, la artrosis de cadera se ve mayoritariamente en forma unilateral. Cuando ocurre en forma bilateral es consecuencia del desgaste previo de una de las articulaciones.

En lo genético hay una predisposición al desgaste de la articulación, mientras que en lo alimentario se observa algo que la bioquímica española Ana María La Justicia destacó en sus trabajos: “las dietas pobres en proteínas, Magnesio y vitamina C favorecen la destrucción del cartílago articular”.

Dentro de lo alimentario se debe incluir el problema del sobrepeso, dado que la palanca mecánica que sostiene al cuerpo en un solo pie, duplica la presión que realiza sobre la articulación en cada paso que damos, es decir que el exceso de peso se multiplica por dos.

Los dolores de cadera comienzan en forma progresiva: el paciente ubica el dolor en la zona de la ingle, lo que lo lleva a dudar al principio, acerca del origen de la dolencia. Cuando la sintomatología avanza y se relacionan las molestias con caminar, bajar escaleras o estar mucho tiempo parado, recién entonces el paciente sospecha del problema de cadera, pero lamentablemente, cuando esto ocurre, el cartílago ya se encuentra severamente lesionado. Por ser una articulación de gran actividad, el problema es siempre progresivo.

Así como no encuentro causa justa para cirugías de hernias discales, ni de escoliosis, debo destacar que sí se logran cirugías exitosas de cadera, con el aporte de prótesis muy desarrolladas y de excelentes cementos, sumada a la pericia del cirujano. Luego de estas intervenciones los pacientes pueden caminar en menos de 24 horas. También son muy satisfactorias aquellas operaciones para el recambio de prótesis vencidas por el tiempo, aunque hoy la vida útil de éstas superan los 10 años.

Los tratamientos kinesiológicos son efectivos en aquellos casos que se toman a tiempo, pero aún así la cirugía es una posibilidad latente. La flexibilización de los músculos de la cadera y el correcto apoyo postural sirve como prevención de la patología, pero no para aquellas personas donde la cirugía es inminente. Es fundamental llegar a dicha instancia con los músculos en el mejor estado posible, ya que favorece al éxito de la operación y posterior rehabilitación.

En lo referente al tratamiento del consultorio, las maniobras de tracción son muy efectivas para disminuir el dolor y aumentar la movilidad, mientras que las maniobras de translación (desplazamiento articular) aumentan la movilidad. Estos tratamientos tienen por objetivo hacer menos ingratos los tiempos previos a la operación.

Siempre se intentará postergar la cirugía el mayor tiempo posible (mientras el cuadro la permita), y realizar una sola operación en la vida del paciente ya que el tiempo útil de las prótesis se ha prolongado.

 

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