PostHeaderIcon ¿QUÉ ES EL DOLOR?

Por definición podríamos decir que del dolor es una señal de alerta que nos indica que algo malo está ocurriendo en algún lugar de nuestro cuerpo. Por lo tanto se puede inferir que el dolor como sensación, tiene una función relacionada con la protección y el dolor como tal es la expresión de un daño en los tejidos del cuerpo y su reacción es directamente proporcional a la intensidad de ese daño.

El daño como veremos a lo largo de los distintos capítulos de este libro, pueden tener origen interno o externo , en el presente trabajo no nos referiremos a los dolores provocados por causas traumáticas de origen externo, ya que este no es un tratado de traumatología sino por el contrario, haremos un desarrollo del hilo conductor que existe entre los sentimientos no resueltos de las personas que atraviesan el cuerpo a través de las tensiones musculares y terminan provocando lesiones en las articulaciones y los elementos que las rodean.

Al hablar del dolor como una señal de alerta, sin duda estamos hablando de algo que es positivo para la persona, ya que a través de esta le permite actuar y resolver el problema que este le ocasiona. Expresado de esta manera ya no parece extraño hablar del dolor como algo beneficioso, porque la sola mención de este siempre se lo asocia a una situación terrible y es lógico ,ya que nada es más duro para un ser vivo que el dolor corporal .La historia trágica de la humanidad se basa en experiencias de dolor y es el síntoma inequívoco del sufrimiento.

En el momento de escribir este libro se ha abierto un fuerte debate en la sociedad mundial a partir de una película sobre la vida de Cristo, en la cual para muchos se abusa de imágenes excesivamente explícitas de dolor para explicar el sentimiento de este y por otro lado, la otra parte de la sociedad cree que es la forma más simbólica y ejemplificadora de entender su sufrimiento. No hay duda que la muerte de Cristo en una crucifixión debe haber sido extremadamente dolorosa, y para muchos ese dolor expresaba con claridad el sentimiento de sacrificio por la causa que el llevaba y todos conocemos, establecer la relación entre el sentimiento y el dolor es justo, pero lo que sí ha llevado a opiniones totalmente opuestas es si hacía falta la exaltación en imágenes de tanto dolor para la expresión de un sentimiento que para muchos estaba totalmente comprendido. Creo que esto refleja cabalmente que las imágenes de dolor son una de las cosas más aterradoras para las personas porque reflejan el sentimiento de quienes lo padecen, pero también han existido otras películas sobre este mismo tema donde el enfoque de los otros directores ha sido exaltar con imágenes los sentimientos de Cristo por su causa, y la atenuada aparición de las imágenes de dolor en su crucifixión también han provocado en los espectadores una cabal comprensión del dolor que este padeció.

Por lo tanto creo que el enfoque tremendista de la presencia de imágenes del dolor ha hecho que millones de personas comprendan el sentimiento de quien las padecía, pero también ha ocurrido lo contrario, la recreación de imágenes de los sentimientos de nobleza, hicieron que la sola mención de la tortura de la persona que otros millones de personas comprendieran el dolor que este padeció. No es de mi interés entrar en el debate sobre quién enfocó mejor el tema, esto ya fue motivo de discusión en los principales medios de comunicación de todo el mundo, sí me interesa que se comprenda el viceversa de la dualidad "sentimiento-dolor", porque se lo mire por donde se lo mire resultan inseparables.

Retomando el tema del punto de vista fisiológico del dolor y por qué existen perfectos mecanismos para este se manifieste a partir de situaciones límites que enfrentan los seres humanos, es bueno recordar que el dolor es un signo de alarma que sirve para pensar de qué manera hay que enfrentarlo.

Esto significa que todo el tratamiento que se indique, debe solucionar las causas que producen el dolor y no solamente atacar el dolor como entidad en sí misma. Si bien el alivio del dolor es varias veces confortable para quien lo padece, no puede ser el objetivo en sí mismo del tratamiento, ya que quitar la señal de alarma no significa eliminar el peligro. Podríamos dar el ejemplo, no en el cuerpo humano, sino de todos los circuitos de alarma que se han creado para la seguridad, esto es desde la básica sirena que sonaba en los bombardeos de las Primera y Segunda Guerras Mundiales, hasta a los sofisticados sistemas que conocemos hoy , que funcionan a través de complejos sistemas electrónicos e informan el mal funcionamiento de muchas máquinas. Cuando las sirenas suenan o los sofisticados sistemas encienden luces nos están indicando de que hay que tomar una medida para prevenirse del peligro, sabemos que durante las guerras mucha gente prefería hacer caso omiso al alerta, que otras veces le salvó la vida, , porque se encontraban agotados de vivir bajo el estrés que les provocaba el asociar la sirena y su gran peligro, salvo raras excepciones estas personas terminaban padeciendo las consecuencias del bombardeo, lo mismo ocurriría con los sofisticados sistemas que nos pueden informar que nuestra casa se halla en peligro de robo o que una máquina se encuentre al límite de sus posibilidades y se pueda romper. Si ignoramos la información esto no implicará que el hecho no suceda, con el dolor ocurre lo mismo, acallarlo no significa que el origen del peligro que nos provoca el dolor haya desaparecido. El alto consumo de analgésicos funciona de esta manera en las patologías dolorosas.

Pero el dolor no es sólo expresión en la anatomía y fisiología del cuerpo humano, ya que lleva consigo connotaciones emocionales importantísimas. Platón (500 a.C.) afirmaba que " el dolor no sólo se presenta por la estimulación periférica sino como una experiencia emocional".

A la vez, es muy difícil encontrar un paciente con dolor crónico de una patología que lo justifica ampliamente , que no atraviese una crisis emocional. Sólo una mirada integral al paciente doloroso pude encontrar o aproximar una solución a su padecer.

Cuando se encuentran tratamientos absolutamente biológicos, el dolor puede desaparecer, pero inevitablemente vuelve. Cuando el enfoque es absolutamente psicológico, el paciente suele aceptar la situación, su ansiedad y angustia disminuyen pero el dolor no desaparece.

Por lo visto interpretar la justa medida de los componentes biológicos y psicológicos del padecer, es el camino correcto. Es muy importante diferenciar el dolor agudo del dolor crónico. El primero obedece generalmente a causas muy concretas como contusiones, infecciones, etc. Los dolores agudos son proporcionales al agente productor variando desde muy leves hasta insoportables. Las apariciones son bruscas y su alivio obedece a la solución urgente de su origen. En una apendicitis ya diagnosticada, la solución no deja lugar para el análisis al igual que en una fractura. En cambio el dolor crónico, que es aquel que se prorroga en el tiempo y muchas veces dura años, obedece a causas múltiples como se detallan en los capítulos específicos del presente trabajo.

En el caso crónico, las causas emocionales cobran un valor significativo y se transforman en un efecto predisponente para la prolongación y el aumento del dolor. La gran diferencia entre la aparición del dolor agudo y el crónico es que el primero es limitado en intensidad y tiempo, en cuanto persiste el agente que lo estimula. En el caso del dolor crónico persiste aún cuando los estímulos externos no están activos ya que las secciones terminales de los nervios periféricos en la región lesionada, tienen cambios mecánicos y químicos que aumentan la sensibilidad ,con lo cual se desencadena dolor con los más mínimos estímulos, siendo estos muchas veces no agentes nocivos físicos o químicos sino pensamientos y emociones contenidas.

El panorama descriptivo de la medicina tradicional explica dos tipos de dolor, el crónico y el agudo, pero en las últimas décadas se ha instalado una suerte de creencia popular sobre el dolor psicológico. Lejos de ser una creencia, los cambios perceptivos del dolor son más que significativos.

Hasta aquí hemos hablado del dolor como una forma específica de sensación, pero queda un inmenso espacio sin aclarar, que es, cómo cada persona percibe su dolor. Si pinchamos los dedos de dos personas distintas con la misma aguja y la misma fuerza: ¿Les duele igual? Seguramente no, y hoy, a pesar de toda la tecnología para la evaluación física, la única oportunidad que tenemos para saber " a quién le dolió más" es preguntar a cada uno qué interpreta y aún así no sabremos a quién le dolió más.

Entre la sensación y el pensamiento existe un paso intermedio que es la percepción En esto tallan las experiencias personales de cada individuo, por lo tanto la percepción individual modificará el pensamiento y la sensación. Aquí la popular creencia del dolor psicológico se transforma en un campo de estudio ilimitado que hoy se halla sólo en sus comienzos.

Precisamente porque la historia de la humanidad siempre se halla ligada al dolor corporal y aún hoy no podemos dar una definición categórica de qué es el dolor, cómo medirlo y lo que es más grave aún existen profundas diferencias desde distintos sectores de la ciencia de la salud en cómo tratarlo.

En su libro "La cultura del dolor" el doctor David Morris, de la Universidad de Iowa, dice: "El dolor de una herida en el pie tiene una fuente inmediata, es obvio, muy distinta del dolor de un divorcio sin remedio. No obstante, a la larga, fuentes distintas no implican necesariamente dolores distintos".

Hoy el dolor crónico, aquel que es recurrente, está más cerca de lo desconocido que de lo científicamente comprobado.

¿Cuántos pacientes sienten dolor y sus familiares y amigos creen que lo imaginan? Por otro lado, ¿cuántos pacientes sienten dolor y los estudios más avanzados no encontraron la causa que lo "justifique"?

Existen personas que han desarrollado una profesión y generan grandes espectáculos mostrando al público cómo no sienten dolor al comer clavos o al atravesar sus mejillas con agujas de tejer. En cambio, otros se desmayan ante un pequeño corte en un accidente. Entre ambos ejemplos se halla la humanidad y en cada cultura se pueden comparar los dolores relacionados al trabajo. Por ejemplo, los siglos pasados con los actuales, de modernos trabajadores, de sillón y aire acondicionado. Esto no pretende ser una comparación odiosa, por el contrario, ¿quién se atreve a decir quién está más solo con su sufrimiento? El esclavo humillado que se movilizaba por la fuerza que le daba el sentimiento de la búsqueda de libertad o el hombre moderno con un gran vacío espiritual, que todo lo llena con lo material.

Podemos hablar de la espiritualidad del dolor. Se conocen casos en la guerra de Vietnam de soldados que sufrieron mutilación y estuvieron sin atención durante horas y otros que morían de pánico sin haber sido gravemente heridos. Cuando se habla de dolor se habla de una expresión de la persona toda. La suma de las distintas personalidades arma culturas. En la historia hubo pueblos fuertes y guerreros y pueblos débiles y sometidos cuyos integrantes no soportaban el dolor.

Para muchos pensar en los orígenes del dolor pierde importancia cuando el dolor desaparece , concepción errónea porque sin duda el dolor reaparecerá porque no se han enfocado sus causas , lo más importante es entender que no existe el dolor sino los dolores y con esto no me estoy refiriendo a la diferencia entre el dolor de una quemadura o el de una lumbalgia, sino que los dolores son la representación de las personas que lo sufren y lo que es más importante aún, del momento en que las personas lo sufren. Una misma persona a lo largo de su historia puede reaccionar de forma distinta a un mismo dolor ya que si esta hizo un proceso de aprendizaje donde puede manejar el proceso de percepción del dolor, seguramente , también podrá manejar la intensidad de este, pero si esta misma persona en vez de hacer un proceso de aprendizaje sobre la percepción en si misma ha recrudecido el mal manejo de sus emociones y ha hecho de la negatividad una forma de vida nos encontraremos con una persona que ha hecho del dolor una forma de expresión de su modo de vida.

Con esto no me quiero referir a aquellas personas que frente a un accidente sufren más el dolor que otras, en esto influirán cuestiones biológicas, mayor o menor número de exposiciones a situaciones dolorosas físicas, no sufre igual el dolor de los golpes una persona que ha practicado deportes de contacto, que una persona que siempre ha sido sedentaria y no ha practicado deportes. Seguramente una persona que ha trabajado en minas o en el campo, soportará mejor el dolor que una persona que trabaja en las urbes en tareas que requieran del esfuerzo intelectual y no el físico.

Cuando me quiero referir a las personas que hacen de la expresión del dolor y vivir pendiente de este una forma de vida, son aquellas en las que no pueden relacionar su dolor con sus sentimientos ya que precisamente el dolor es el factor de distracción que les impide pensar en los sentimientos que no pueden resolver, por lo que transforman de manera inconsciente emociones en dolor.

Cuando hablamos de emociones , hablamos de emulsionar, sacra afuera, nuestro cuerpo cuenta con una gruesa capa muscular y en ella se pueden depositar estas mociones que no logran salir al mundo exterior, pero sí salen de nuestra "cabeza" y se quedan depositadas en las tensiones musculares. En el presente texto veremos como esto se transforma en patologías concretas, pero también explicaremos cómo no confundir esas patologías concretas como la fuente única del dolor sino por el contrario, como la expresión culminante de todo un proceso que se inicia en nuestras emociones.

 

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